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LOS PREPARATIVOS FINALES

En el CG trabajaban a pleno rendimiento. Sus miembros trabajaban día y noche – de noche a la luz de primitivas lámparas construidas a partir de cajas de cartuchos – concretando detalles, comprobando y volviendo a comprobar las operaciones planeadas.

El plan del Mando Soviético para una contraofensiva cerca de Moscú propuso derrotar a los grupos enemigo al norte y al sur mediante poderosos ataques simultáneos de las tropas del Frente Occidental, el flanco derecho del Frente de Kalinin y el flanco derecho del Frente Suroeste y golpear al grueso del Grupo de Ejércitos Centro en un rápido avance hacia el Oeste.

Los preparativos para un ataque decisivo a gran escala incluían ataques de las tropas locales a lo largo del frente, que tomarían mejores posiciones y empujaría al enemigo hacia atrás. Lo prisioneros nos ayudaron a concretar la composición, número y organización de las tropas enemigas, así con el tipo y estado de sus defensas.

El enemigo aún era fuerte, pero toda la situación del frente era cada vez más y más desfavorable a la Alemania nazi, aunque en la dirección oeste el enemigo aún poseía ciertas ventajas. La derrota del ataque enemigo en las áreas de Rostov-on-Don y Tikhvin inmovilizó sus reservas y le impidió enviarlas a los alrededores de Moscú.

A pesar de las grandes dificultades, el GCG concentró grandes reservas en el área de Moscú durante las operaciones defensivas. El 20º y 1º Ejércitos de Choque fueron añadidos al Frente Occidental el 1 de Diciembre y el 10º Ejército el 6 de diciembre. Las tropas de la Zona Defensiva de Moscú comprendían el 24º y 60º Ejércitos desplegados tras las tropas del Frente Occidental. Aparte de su misión defensiva estas tropas formaban la reserva del GCG. Para golpear al enemigo en el cielo el mando contaba con los aparatos de la Defensa Aérea de Moscú (PVO) y aviones de largo alcance junto con el Ejército Aéreo del Frente. Un total de 1.200 aparatos se concentró en el área de Moscú. El resto del equipamiento se incrementó considerablemente.

Las siguientes tropas se concentraron en los alrededores del Moscú el 5 de diciembre:

Grupo de Asalto Norte: comprendía al 30º, 1º de Choque, 20º y 16º Ejércitos y las divisiones del flanco izquierdo del 5º Ejército. Se desplegó en un frente de 170 km desde Sverdlov a Kubinka. Este grupo debía atacar en la dirección de Klin y Solnechnogorsk, derrotar a las fuerzas del 3º y 4º Grupos Panzer y explotar los beneficios del ataque al oeste y suroeste.

El Grupo de Asalto Sur: comprendía al 50º y 10º Ejércitos, las tropas del flanco izquierdo del 49º Ejército y el 1º Cuerpo de Caballería de la Guardia. Se desplegó en un frente de 310 km desde Serpukhov a Chernov. Este grupo debía derrotar al 2º Ejército Panzer en el área al este de Tula y Stalinogorsk y explotar los éxitos del ataque en dirección a Kaluga y Sukhinichi.

En el centro del Frente Occidental, en un sector de 90 km de largo, desde Kubinka a Serpukhov estaban las tropas del flanco izquierdo del 5º Ejército, el 33º y 43º Ejércitos y el flanco derecho del 49º Ejército. Estas tropas debían mantener las defensas hasta que las fuerzas enemigas fuera derrotadas y entonces, aprovechando el éxito de los asaltos envolventes pasar a la ofensiva en dirección a Borovisk y Maloyaroslavets con el objetivo de derrotar al 4º Ejército Alemán.

Se estaban concretando los últimos preparativos pero el alcance y la misión de nuestros vecinos no estaba decidida al comienzo de la ofensiva.

En la noche del 5 de diciembre cuando todos habían comprobado los preparativos de la ofensiva en los regimientos y batallones, montamos el CG y el departamento político de la división sonó el teléfono y fuimos invitados al CG del Ejército ¡Por fin! Esperábamos con impaciencia esa llamada.

Apenas nos alejamos de la línea del frente cuando notamos que todo estaba listo para el ataque. Masas de infantería y artillería se concentraban en bosques y pueblos deshabitados, en uno nos alegramos especialmente al ver los nuevos tanques. M.V. Bronnikov, el Comisario de la División e I.F. Maloyaroslavets el jefe del EM empezaron a discutir sobre ello. Pintados de blanco con puntos grises y cubiertos por redes de camuflaje los tanques y cañones se confundían con el terreno.

Pero lo ojos experimentados de un soldado rápidamente notaban que todo era nuevo, desde los tanques a los uniformes de los soldados o sus caras que no se habían enfrentado a los elementos. Todo indicaba que nuevas reservas habían llegado.

La reunión en el CG fue corta.

No tenemos tiempo de hablar, dijo M.D. Malinin, jefe del EM del Ejército “Entérense ustedes mismos de la situación y el plan de las próximas operaciones. Está todo en sus mapas”

En el CG del 16º Ejército todos estaban ocupados recibiendo nuevas unidades, distribuyendo la artillería que acababa de llegar entre las divisiones, haciendo planes de cooperación y especificando misiones aéreas.

Malinin nos preguntó:

“¿Puede su división y las dos brigadas de infantería asignadas pasar a la ofensiva en el plazo de dos días?”

Le contesté que la división y sus unidades asignadas estaban listas para la ofensiva y le pedí que acelerara el envío de proyectiles para los howitzers de 122 y 152 mm a sus emplazamientos.

Malinin dijo que una nueva remesa de munición sería enviada por la noche y nos pidió que le siguiéramos a ver al comandante

Rokossovsky fue, como siempre, extremadamente breve. Nos dijo que el grueso de las fuerzas de los Frente de Kalinin, Occidental y Suroeste pasaría al ataque el 6 diciembre. Su misión era derrotar a las fuerzas de flanqueo del Grupo de Ejércitos Centro. El 16º Ejército tenía que lanzar un ataque en dirección a Istra el 7 de diciembre. Nos recordó una vez más que era preciso comprobar el estado de las tropas, mantener un completo orden en las unidades y mantener el secreto hasta el comienzo de la ofensiva. En resumen, nos dijo que diéramos a los hombres una oportunidad de descansar antes del combate.

Al volver lo hicimos en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Una vez más intentamos recordar si habíamos hecho todo lo que nos habían ordenado. Había un pensamiento común: reducir las bajas al mínimo. Recordamos el entrenamiento y la despedida. Veíamos las caras y los ojos de aquellos que habíamos dejado. Durante mucho tiempo, meses o quizás años tendrían que sufrir la separación de sus hijos, esposas, maridos, hermanos y hermanas que tuvieron que ir a la guerra, las punzadas de la separación y quizás la pena de la pérdida ¿quien sabe para cuantos aquella fue la última despedida?

Pasamos Pavlovskaya Sloboda. La ventisca había remitido. La helada caía con fuerza. La luna brillaba sobre los bosques y campos nevados y sobre los agujeros de los proyectiles. El CG de la división estaba en Zhelyabin. Decidimos caminar el resto del camino. Parecía que no había nada más que el frío. Solo los centinelas con sus armas lista estaban en sus puestos, en avanzadas y emboscadas y en voz baja pedían la contraseña. Solo fijándose con cuidado se podía apreciar que había vida en la aldea. Cansados, caras agotadas aparecieron por un momento en las casas, refugios y trincheras. El comandante tenía razón. Los hombres necesitaban descanso.

Cuando nos acercábamos al CG oímos a las bombarderos alemanes camino de Moscú. Reflectores antiaéreos lucían sobre la capital. Mi corazón se encogió más destrucción sin sentido y muerte. No habíamos detenido al enemigo, que sentía que el luche entraba en una fase decisiva.

Pasamos el resto de la noche y todo el día siguiente (6 diciembre) trabajando duro. En la madrigada, tras dos horas de descanso, fui a una reunión con los comisarios, secretarios del Partido y miembros del Komsomol, conducida por Bronuikov. Muchos soldados se unieron en el refugio del departamento político, y era a ellos, los futuros héroes, a quienes iban dirigidas la arenga, era su vida. Sus ejemplos inspiraban el coraje y bravura a los hombres en el nombre de la patria. Ante mi estaba el Sargento Kazakov, el Sargento Primero D. S. Kondratenko, sargento Fomin, soldado Predein,.... ¡Cuantas veces se habían visto con la muerte cara a cara! Mañana tampoco vacilarían.

En el estrado vi a D. S. Kondratenko, Comisario del 258º Regimiento de Infantería. Donde fuera que le mandara el mando, siempre se le podía encontrar en el punto álgido de la batalla. A él le gustaba estar con la gente. Su discurso era diferente y los hombres le escuchaban con respeto. Sabían que le habían concedido la Orden de Lenin por algo.

Hacía calor en el refugio. Había mucho humo.

“Les felicito camaradas” dijo Bronnilov. “La hora esperada ha llegado. Ahora tenemos la oportunidad de demostrar una vez más nuestra devoción por el Partido y nuestra Patria Socialista. Haremos algunas reuniones cortas en los segundos escalones de los regimientos y batallones, el resto es para ustedes. Deben hablar con cada hombre, incluyendo a las unidades de seguridad, encontrar que hay en la mente de cada hombre y lo que necesita. Recuerden que el enemigo es fuerte, resistirá con fiereza y resistirá en cada línea, ciudad, bosque, montaña y cruce”

La conversación estaba a punto de concluir. Deseé a los camaradas éxito en la futura ofensiva. La reunión finalizó y cada uno volvió a su unidad. En la madrugada el CG del Ejército volvió a llamar. Malinin se estaba asegurando de que estábamos listos.